La Inteligencia artificial es lista pero los robots son torpes. Nuestro pensamiento es más automatizable que nuestro cuerpo
Nuestro cerebro creció, comenzamos a pensar y nos hicimos
humanos. A nuestro alrededor otras criaturas, los animales, nos parecieron
inferiores, los sometimos y casi acabamos con ellos en su estado salvaje.
Nuestro evolucionado cerebro nos permite procesos mentales más complejos que el
de nuestros compañeros de planeta: tenemos pensamiento simbólico y conciencia
aunque últimamente reconocemos que la conciencia es cuestión de grados y los
animales también la tienen en alguna medida. Pero no cabe duda de que somos más
listos.
Nuestro cuerpo, por el contrario, nos parece poco importante.
Hay animales más rápidos y fuertes. Unos vuelan y otros nadan. No somos
físicamente mejores que ellos y en la comparación menospreciamos nuestras
capacidades físicas.
En esto estábamos cuando
llegaron las máquinas. Las primeras, del orden de los robots (telares,
tractores, aviones), tenían que ver con magnitudes físicas: fuerza, velocidad o
resistencia. Pocos consideraron que suponían un desafío a nuestra humanidad
puesto que ya había otros seres más veloces, robustos e incansables: los
animales. Pero cuando otras máquinas, del orden de los ordenadores, se hicieron
más listas que nosotros, nos desafiaron en un plano genuinamente humano: la
inteligencia. Nunca había existido un ser más inteligente que nosotros en la
Tierra. No nos hemos acostumbrado a la competencia y aún ahora, y cada vez más,
digerimos muy mal el desafío de las máquinas. Si los ordenadores son más
inteligentes, ¿cuál es la esencia humana?
Un aspecto fascinante de nuestros nuevos compañeros de viaje
es que nos obligan a revisar nuestro concepto de nosotros mismos. ¿Somos tan listos
como creemos? ¿Nuestro cuerpo es tan despreciable?
Hans Moravec, uno de los padres de la Inteligencia
Artificial, estableció la paradoja que lleva su nombre. Contrariamente a lo que
pueda parecer, muchas de las funciones mentales que consideramos difíciles son
realmente fáciles computacionalmente, pero algunas cosas que nos parecen
fáciles son muy difíciles de replicar para los ordenadores. Resolver un sistema
de ecuaciones diferenciales es complicado para el cerebro pero sencillo para un
ordenador. Esto es debido a que nuestros cerebros no han evolucionado para
hacer ecuaciones diferenciales. No es adaptativo.
¿Y qué ocurre con los problemas fáciles? Un ordenador tiene
enormes dificultades para realizar tareas que para nosotros son simples. La
paradoja de Moravec dice que funciones como el procesamiento visual o moverse
en una habitación (y que compartimos con los animales) están precableadas en
nuestro cerebro por millones de años de evolución y su realización es sumamente
eficiente. En sus propias palabras: "El proceso deliberativo que llamamos
razonamiento es, creo, el barniz más delgado del pensamiento humano, efectivo
solo porque se basa en el conocimiento sensoriomotor, mucho más antiguo y
poderoso aunque habitualmente inconsciente".
En realidad nuestras funciones cognitivas superiores como la
conciencia son una débil capa neuronal y el inconsciente movimiento de nuestro
cuerpo requiere una masa de neuronas mucho mayor. Mover nuestro cuerpo es
extremadamente difícil y computacionalmente muy exigente. Incluso en
comparación con los animales nuestro cuerpo es fascinante: ningún animal tiene
las habilidades combinadas para escalar una roca, hacer una pirueta en el
trampolín y tocar el piano.
Trasladado al mundo de las máquinas resulta que los robots
son extremadamente torpes en comparación con nosotros y los ordenadores mucho
más listos en un número creciente de tareas. Tradicionalmente hemos pensado que
las máquinas automatizarán y desplazaran a los llamados blue collar, los trabajadores de baja cualificación. Pero es hora
de que cambiemos nuestra forma de pensar: los white collar también están en el punto de mira. Lo rutinario es
automatizable. Si puedes describir tu trabajo de forma sencilla para que otra
persona pueda hacerlo es probable que también una máquina pueda realizarlo.
Abogados, médicos o analistas financieros desempeñan muchas tareas rutinarias y
automatizables. ¿Pueden competir un abogado revisando la jurisprudencia, un
médico investigando todos los casos relacionados con una dolencia o un
financiero preparando un informe sobre miles de empresas con máquinas?
El mercado laboral camina hacia una gran polarización. La
robótica será incapaz de automatizar muchas tareas de baja cualificación que
requieren habilidades motoras como camarero o electricista. La Inteligencia
Artificial aún dista de sustituir muchas tareas de alto nivel. En medio queda
una enorme masa de empleos antaño considerados buenos trabajos que son carne de cañón para su sustitución por las
máquinas.
No desprecies tu cuerpo y no creas que tu mente es una
barrera insalvable para las máquinas.
Artículo publicado originalmente en bez