¿De qué forma algo físico como el cerebro genera algo no físico como la mente? ¿Qué es algo tan inmaterial como el pensamiento?
He escrito el libro Sobre la conciencia con el objetivo de ofrecer una breve introducción al apasionante fenómeno de la conciencia*. Se trata de una breve obra de 26 páginas en la que abordo algunos de los aspectos del tema. Desde luego, la mayoría de las preguntas no son respondidas. No es que yo no tenga la respuesta, es que nadie la tiene. No en vano, la conciencia es el problema más complejo que tiene planteada la humanidad. Aunque las aproximaciones filosóficas siguen siendo válidas, la ciencia aporta nuevos enfoques al antiguo problema.
“Salgo de casa algo apurado porque es un poco tarde. Una vez en la calle camino unos pasos hasta que me doy cuenta de que no recuerdo donde aparqué el coche. Hago una reconstrucción mental de la tarde de ayer y acude a mi memoria que pasé por la papelería del barrio y compré lápices, lo que me lleva a recordar la calle en la que lo estacioné. Una vez en coche, pongo atención para desaparcar sin golpearlo y me incorporo a la circulación. Pienso que cuando llegue a la oficina el jefe me va a preguntar por el problema de la empresa el Globo…”
El ejemplo anterior es una relación de sucesos desde la perspectiva subjetiva del narrador. Algo que corresponde a lo que el psicólogo William James llamó con acierto el flujo de la conciencia. Algunas características son apreciables con la simple introspección. Es un flujo, sus contenidos cambian constantemente. Es subjetiva, me pasa a mí. Puedo comunicarla con el lenguaje. Y solo cesa cuando ocurre un fascinante suceso biológico: me duermo. Incluso el sueño puede considerarse otra forma de conciencia.
La conciencia es a la vez cercana e inexplicable. El filósofo René Descartes se preguntó de qué podemos estar seguros (la duda metódica) para llegar a la conclusión de que lo único cierto es que tengo vida interna, lo único seguro es la conciencia, mi experiencia, mi pensamiento, el yo. Pienso luego existo, “cogito ergo sum”. Desde que Descartes estableció el dualismo mente cuerpo, el debate permanece. ¿Son dos cosas distintas la mente y el cerebro?
El también filósofo David Chalmers distinguió entre el problema fácil y el problema difícil de la conciencia. El problema fácil consiste en definir lo que se ha llamado los correlatos neurales de la conciencia. Qué hace el cerebro para generar conciencia, qué estructuras cerebrales están implicadas en la conciencia. Es lo que podríamos llamar la ciencia de la conciencia. Este problema fácil es en realidad muy complicado y estamos muy lejos de entender estos correlatos neurales de la conciencia. El problema difícil es que no tenemos la menor idea de cómo una actividad física puede estar relacionada con un actividad mental. Una aproximación actual consiste en no tratar de resolver el problema difícil sino centrarnos en el fácil. Busquemos los correlatos neurales de la conciencia, hagamos ciencia de la conciencia y ya llegarán las soluciones: la solución del problema fácil traerá la solución del difícil.
Los filósofos han dedicado mucho esfuerzo a plantear problemas entorno a la conciencia. Muchos desarrollos terminan en paradojas indemostrables. ¿Cómo puedes convencerme de que no eres un producto de mi imaginación? ¿Puede existir un zombie filosófico que actúe como humano pero no tenga nada humano en el interior, que aparente ser humano pero no sea consciente? ¿Podrías descubrirlo en una reunión?
¿Son conscientes los animales? Probablemente los dueños de mascotas dirán que sí, en alguna medida los animales son conscientes. Cuanto más complejo es el animal más consciente parece ser, pero ¿basta añadir complejidad para generar conciencia? En este sentido, ¿puede llegar a ser consciente un ordenador?
La mayoría de los procesos mentales son inconscientes. Esto permite trabajar en paralelo y ser multitarea: puedo realizar varias tareas de forma simultánea siempre que no sean muy demandantes cognitivamente. Una vez que he aprendido a montar en bici, no necesito hacerlo de forma consciente. Pero si circulo en bicicleta de montaña por un camino pedregoso dejo de hablar con mi compañero para evitar las piedras del camino. Necesito ser consciente de la conducción.
Esto ha llevado a distintos autores a formular la hipótesis de la coalición de neuronas ganadora. Existe una coalición de neuronas responsable de las rayas verticales proyectadas en el ojo derecho y otra coalición de distintas neuronas proyectadas en el ojo izquierdo. Ambas compiten en una selección darwiniana y la coalición ganadora es consciente siendo la perdedora inconsciente. Segundos después el balance se puede invertir y la ganadora y consciente pasar a ser perdedora e inconsciente.Uno de los experimentos más usados y concluyentes es el de la rivalidad binocular. Consiste en proyectar en cada ojo de un sujeto una imagen distinta. Por ejemplo, rayas verticales en el ojo derecho y horizontales en el izquierdo. El sujeto nunca ve una mezcla de las dos imágenes sino una alternancia: a veces ve rayas verticales y a veces horizontales. Fíjate en la imagen adjunta. ¿Ves un jarrón o dos caras? El resultado es el mismo que en la rivalidad binocular: o ves una figura o la otra, pero nunca una mezcla.
Gracias a la conciencia realizamos tareas para las que no fuimos genéticamente programados como escribir una ópera o levantar un edificio. Permite los experimentos mentales y algo esencial para la supervivencia, simular el futuro. Y quizá gracias a ella logremos desvelar el problema más complejo al que se enfrenta la humanidad: el misterio de la conciencia.
* La palabra conciencia tiene en español dos acepciones. En esta obra no me refiero a la conciencia moral o el reconocimiento del bien y el mal sino a la acepción que significa “ser consciente, darse cuenta” y que es sinónima de la palabra consciencia.
Artículo publicado originalmente en el blog La construcción de un planeta más inteligente
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